“Estamos diseñados para ser cazadores y estamos en una sociedad de
compradores. Ya no hay nada que matar, ni para pelear, nada para triunfar, ni
que explorar. En esa castración social este cualquiera es creado”.
David Fincher
El argumento es sencillo; un
hombre sin ilusiones, sin nombre. Un hombre que no se rebela, cuyo nombre no se
revela. Sufre de un insomnio provocado por el hastío y la enfermedad de su gris
y rutinaria vida. Conoce a un carismático personaje con una muy particular
filosofía de vida: “El perfeccionismo es
para los débiles, la autodestrucción es lo único que hace que la vida merezca
la pena”.
The Fight Club (El Club de la Pelea, 1999), es considerada una obra
maestra de Fincher y una de las mejores cintas de Brad Pitt. Aunque no agradó del todo después de los
primeros años de su estreno, llegó a ser todo un filme de culto después de su
lanzamiento en DVD. En 1999, fue de las pocas películas que dieron tema de qué
hablar, incluso medios de comunicación la abordaban como un posible augurio del
estado al que mutaría la vida política estadounidense. Actualmente, sigue en la
décima posición de la Internet Movie
Data Base (IMDB) cómo una de las mejores películas de la historia.
¿Recuerdas la última vez que miraste
la báscula al pesarte por la mañana?, ¿hace cuántas horas fue?, ¿pagaste ya la
hipoteca?, ¿comes frutas y verduras?, ¿café negro, descafeinado? Gomina en el
pelo; vestido y traje de diseñador, impecables, sin una sola arruga. Coche del
año tipo sedán con tenencia pagada y medio tanque de gasolina.
La agrupación inglesa Radiohead fue considerada para trabajar
el soundtrack de la película. A Fincher le preocupaba que la banda sonora
pudiera atar los cabos de la historia y reflejara su sentido posmoderno. The Dust Brothers, el dúo californiano de
productores al que han recurrido numerosos proyectos musicales como Beastie Boys, Beck y White Zombie,
fueron los elegidos para llevar a cabo el proyecto.
Sintetizadores, techno oscuro,
scratches, funk siniestro y electrónico; demencia, humor negro, sensualidad y
catarsis. Una banda sonora fuera de lo convencional. The Fight Club entrega un mensaje contundente en contra de la
sociedad de consumo en la que vivimos; así también el trabajo musical para el
filme, una banda sonora convencional no cabría en las atmósferas visuales
presentadas, una realización que invita al oyente a abrir su mente y disfrutar
de una nueva experiencia en cuanto a creatividad musical.
The Dust Brothers fue también el nombre que utilizaron los
británicos The Chemical Brothers
antes de entrar pleito con los californianos en 1995, cuando los ingleses iniciaron
su primera gira internacional, la cual incluía fechas en Estados Unidos.
Somos producto y materia de un sistema que nos dicta consumir, comprar; en una franca y abierta obsesión por los bienes materiales los cuales adquirimos para “vivir mejor”. Grandes almacenes con anaqueles repletos de productos que “facilitan” la vida, ¿cómo escapar? Destruir para crear. La película, en palabras del propio Fincher es un recorrido por el sendero de la iluminación, donde el protagonista “mata”, a sus padres; “mata” a su Dios, haciendo cosas que se supone no debería hacer y finalmente madura “matando” a su maestro.
Somos producto y materia de un sistema que nos dicta consumir, comprar; en una franca y abierta obsesión por los bienes materiales los cuales adquirimos para “vivir mejor”. Grandes almacenes con anaqueles repletos de productos que “facilitan” la vida, ¿cómo escapar? Destruir para crear. La película, en palabras del propio Fincher es un recorrido por el sendero de la iluminación, donde el protagonista “mata”, a sus padres; “mata” a su Dios, haciendo cosas que se supone no debería hacer y finalmente madura “matando” a su maestro.
Marla y Tyler son proyecciones de
nuestro subconsciente más radical, nihilista y romántico. Mira cómo Jack
aparece en escenas realistas e insulsas, mira cómo Tyler “brilla” y se
“desenfoca” a la vez, mira como Marla posee a momentos el aura de un ángel.
A los 30 te cae el 20, llega una
especie de despertar; hiciste las cosas como te enseñaron a hacerlas, luego te
rebelaste, ahora haces las cosas o a tu modo o finalmente cediendo a los
paradigmas que bien aprendiste durante infancia y adolescencia. En el fondo
siempre quisiste saber qué es el sufrimiento en realidad, por eso buscas la
cercanía con él a cada oportunidad, con morbo, con necesidad; hasta que ser
víctima se vuelve una adicción. En el fondo sabes que siempre quisiste destruir
el mundo y sembrar el caos. En el fondo sabes que nunca lo harás. Ahora sólo
contemplas. Un hombre que no se rebela,
cuyo nombre no se revela, ¿serás tú?
Corte a créditos y suena “Where is my mind?” de The Pixies.