¿Y tú, cómo consumes música?,
¿aún acudes a alguna tienda de discos a comprar la edición física del último
lanzamiento?, ¿tienes suscripción a alguna plataforma de música a la carta?,
¿Spotify, Deezer?, ¿prefieres poseer el disco físicamente o te da lo mismo? Sin
duda alguna, la tecnología determina enormemente la manera en la que creas (si
eres músico o compositor), distribuyes (si eres sello discográfico o artista o
proyecto independiente) o consumes música; desde siempre.
Desde su desarrollo el siglo
pasado internet ha sido determinante en la evolución y desarrollo de la
industria musical, sobre todo a nivel distribución y consumo, los costos por
estos conceptos definitivamente no son los mismos; ni para el consumidor final
ni para el talento o sello discográfico. Se ha pasado de la venta física de
discos al pago de regalías por conteo de reproducciones en plataforma digital,
así funciona ahora la cosa.
Veamos las implicaciones tanto
para el consumidor como para el productor o talento. Para el talento o artista el
vivir en plena era del streaming (o escucha musical en línea) significa uno de
tres escenarios: lanzar su producto directamente a través de la plataforma
digital, apoyarse en la plataforma y generar un lanzamiento por etapas o
definitivamente retirar su proyecto de la plataforma; y esto sucede en todos
los niveles, desde el talento independiente hasta Thom Yorke y Taylor Swift;
esta última optó por retirar todo su catálogo musical de Spotify hacia el
último trimestre de 2014.
¿Cómo funciona una plataforma
musical de streaming? El asunto es poco complicado, todo el dinero que ingresa
va a un gran bote; la plataforma se queda con un porcentaje del total y el
resto se distribuye entre los talentos y artistas de manera proporcional y en
función al número de reproducciones de su música. Esto quiere decir que más
gana quien más reproducciones musicales acumula. Pero, ¿es éste un modelo
equitativo y justo para talentos y seguidores? Así lo parece; sin embargo, hay
algunos aspectos a considerar.
Una plataforma de streaming no
genera dinero de las reproducciones, paga dinero por éstas; su fuente de
ingresos son las suscripciones; aquí el inconveniente para talentos en el
modelo de negocio planteado. Digamos que una suscripción cuesta $10.00 pesos,
de esa cantidad la plataforma se queda con $3.00 pesos y los siete restantes de
distribuirán entre el talento en función de las reproducciones que obtengan.
Cada plataforma fija su tarifa por reproducción, digamos que en este caso es de
$0.001, un centavo por cada vez que se reproduce el tema.
Si a ti te gusta escuchar a “Los
Picadientes de Caborca”, agrupación independiente que ha colgado sus temas en
la plataforma y pagas tu suscripción ellos sólo recibirán un centavo por cada
reproducción, ¿y qué pasa con los $9.99 restantes? Irán a pagar a los bolsillos
de los talentos más populares en la plataforma. El recurso que ha sido generado
por una agrupación independiente de dividirá entre unos pocos proyectos que
gozan de gran popularidad. Los que generan más reproducciones son los que
generan más dinero.
Gran parte de lo que pagas en
suscripción irá a parar a los bolsillos de otros talentos aún y cuando no los
hayas escuchado. Así funciona el negocio. Un modelo menos agresivo para
talentos emergentes e independientes sería que la plataforma pague en base a
cantidad de suscriptores y no de reproducciones, pero ¿estarán dispuestos los
servicios de streaming a cambiar el modelo?
Por eso, ¿eres músico, sello independiente
o consumidor final? Vale la pena tener esta información. Muchas veces estas
plataformas suelen ser sólo un paso en la estrategia y los planes de promoción
para un proyecto.
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