lunes, 12 de enero de 2015

Hablemos de vinilos y streaming…



En el 2014, Lazaretto, la más reciente producción de Jack White, se convirtió en el disco de vinilo más vendido en los últimos 20 años. En su primera semana vendió 40,000 copias y concluyó el año con poco más de 60,000 unidades, superando a Vitalogy de Pearl Jam.

Históricamente nos encontramos en el punto en el que comprar música en formato físico es sólo una opción y no la única forma de poder adquirirla. Aun así, el vinilo está de moda y esto no es ninguna novedad, ha resurgido apoyado por el trabajo creativo de los talentos y por iniciativas de marketing como el Record Store Day.

Pregunté a Luis Fara, compositor y músico de la agrupación Quiero Club y productor musical qué pensaba sobre el resurgimiento del vinil, -creo que parte de dos factores (el resurgimiento): la búsqueda de un sonido más puro y la necesidad de tener físicamente una pieza única, que bien puede ser coleccionable por sus características o simplemente por la "rareza" del formato. Se me hace interesante que sea un formato que está tomando importancia en un sector de la población que es muy joven para haber vivido la experiencia del "mueble" en la sala o estudio de casa de tus papás o abuelos. Pero creo que puede ser producto de la rebeldía propia de cada generación-.

Regresando a Lazaretto de Jack White. Incluye dos temas inéditos que sólo aparecen en la versión de vinilo, 1 tema oculto a 78 RPM, otro a 45 RPM, el disco funciona a tres velocidades, la cara A se reproduce desde dentro hacia afuera. Ambas caras terminan con una ranura cerrada que hace que el disco siga sonando con un loop eterno. En la cara A aparece un holograma de Tristan Duke de Infinity Science, el primero de su estilo en un disco de vinilo. Compresión cero en la mezcla, masterización y edición, más una larga lista de special features.

La realidad es que el público demanda una experiencia musical que lo conmueva, que sea lo más completa posible; un plus, un valor agregado al trabajo creativo. Los consumidores de música son también consumidores de contenido.

Y, ¿qué con las descargas digitales Luis?, -los nuevos servicios de streaming de música están a punto de desplazar por completo las descargas digitales. Esto suma al factor de "tener" la música. Decir que algo nos pertenece pesa en el orgullo humano, supongo. Los servicios de streaming nos permiten la movilidad de la música que nos gusta, permitiéndonos tener una "radio a la carta". Esto ya no está condicionado a la disponibilidad de redes inalámbricas gracias a la capacidad de almacenamiento "offline". De ahí que las descargas digitales estén condenadas a desaparecer eventualmente”-.

¿Hacia qué formato te inclinas; físico o digital? Luis continúa, -uno por su calidad sonora y carácter coleccionable; el otro por su movilidad. Finalmente, ya es una competencia, pero que no representa una amenaza real debido a que el porcentaje de gente usando estos servicios aún no es significativo. No hay que olvidar que para la mayoría de los artistas con control total de su música, desde nosotros hasta Jack White, nos beneficiamos infinitamente más de la venta directa de música, ya sea por medio de descargas digitales o de la venta de discos-.

Existen muchos románticos que nunca dejaron de coleccionar vinilos. Vienen a mi mente algunos cuestionamientos y comentarios que plantea María Godoy, colega en el ámbito de la comunicación y especialista musical, -¿Está poniendo de manifiesto esta tendencia que la perfección y disponibilidad 24/365 del streaming nos abruma?, ¿hemos perdido la capacidad de valorar y queremos recuperarla? Desde luego, en lo que respecta a la variedad de propuestas y formatos, es un buen momento para ser público y amante de la música. Parece evidente que hoy, más que nunca, para triunfar o seguir manteniendo un lugar en el mundo de la música, hay que saber dar un buen espectáculo-.

La era del streaming en la industria musical…


¿Y tú, cómo consumes música?, ¿aún acudes a alguna tienda de discos a comprar la edición física del último lanzamiento?, ¿tienes suscripción a alguna plataforma de música a la carta?, ¿Spotify, Deezer?, ¿prefieres poseer el disco físicamente o te da lo mismo? Sin duda alguna, la tecnología determina enormemente la manera en la que creas (si eres músico o compositor), distribuyes (si eres sello discográfico o artista o proyecto independiente) o consumes música; desde siempre.

Desde su desarrollo el siglo pasado internet ha sido determinante en la evolución y desarrollo de la industria musical, sobre todo a nivel distribución y consumo, los costos por estos conceptos definitivamente no son los mismos; ni para el consumidor final ni para el talento o sello discográfico. Se ha pasado de la venta física de discos al pago de regalías por conteo de reproducciones en plataforma digital, así funciona ahora la cosa.

Veamos las implicaciones tanto para el consumidor como para el productor o talento. Para el talento o artista el vivir en plena era del streaming (o escucha musical en línea) significa uno de tres escenarios: lanzar su producto directamente a través de la plataforma digital, apoyarse en la plataforma y generar un lanzamiento por etapas o definitivamente retirar su proyecto de la plataforma; y esto sucede en todos los niveles, desde el talento independiente hasta Thom Yorke y Taylor Swift; esta última optó por retirar todo su catálogo musical de Spotify hacia el último trimestre de 2014.

¿Cómo funciona una plataforma musical de streaming? El asunto es poco complicado, todo el dinero que ingresa va a un gran bote; la plataforma se queda con un porcentaje del total y el resto se distribuye entre los talentos y artistas de manera proporcional y en función al número de reproducciones de su música. Esto quiere decir que más gana quien más reproducciones musicales acumula. Pero, ¿es éste un modelo equitativo y justo para talentos y seguidores? Así lo parece; sin embargo, hay algunos aspectos a considerar.

Una plataforma de streaming no genera dinero de las reproducciones, paga dinero por éstas; su fuente de ingresos son las suscripciones; aquí el inconveniente para talentos en el modelo de negocio planteado. Digamos que una suscripción cuesta $10.00 pesos, de esa cantidad la plataforma se queda con $3.00 pesos y los siete restantes de distribuirán entre el talento en función de las reproducciones que obtengan. Cada plataforma fija su tarifa por reproducción, digamos que en este caso es de $0.001, un centavo por cada vez que se reproduce el tema.

Si a ti te gusta escuchar a “Los Picadientes de Caborca”, agrupación independiente que ha colgado sus temas en la plataforma y pagas tu suscripción ellos sólo recibirán un centavo por cada reproducción, ¿y qué pasa con los $9.99 restantes? Irán a pagar a los bolsillos de los talentos más populares en la plataforma. El recurso que ha sido generado por una agrupación independiente de dividirá entre unos pocos proyectos que gozan de gran popularidad. Los que generan más reproducciones son los que generan más dinero.

Gran parte de lo que pagas en suscripción irá a parar a los bolsillos de otros talentos aún y cuando no los hayas escuchado. Así funciona el negocio. Un modelo menos agresivo para talentos emergentes e independientes sería que la plataforma pague en base a cantidad de suscriptores y no de reproducciones, pero ¿estarán dispuestos los servicios de streaming a cambiar el modelo?

Por eso, ¿eres músico, sello independiente o consumidor final? Vale la pena tener esta información. Muchas veces estas plataformas suelen ser sólo un paso en la estrategia y los planes de promoción para un proyecto.



La banda sonora de nuestros tiempos…


Estamos viviendo tiempos difíciles. Reformas estructurales, golpes a la economía, inseguridad, descontento social, represión. El cíclico existir de los gobiernos actuales. Injusticia y opresión en aras del “progreso”, materia prima para el cancionero popular. ¿Cuál será la banda sonora de nuestros tiempos? Qué ocioso pensamiento, pero que necesaria la música. Porque es un documento que llevará la verdad a los oídos de las generaciones que vendrán.

¿En dónde se esconde la verdad? En el saber popular, alejado de los libros de texto oficiales y la manipulación mediática.

En la conquista, del nuestro y de muchos otros pueblos en todo el globo, la historia escrita ha sido la de los vencedores, no así la de los “vencidos” u oprimidos, la cual permanece y trasciende en las estrofas del canto popular. Desde el fado portugués hasta la canción de la Guerra Civil Española y la resistencia francesa durante la Segunda Guerra Mundial hasta las coplas de los Aterciopelados, Rubén Blades y Manu Chau.

¿Cuál sería la banda sonora de nuestros tiempos? O más bien, ¿qué sería de la banda sonora de nuestros tiempos? Sin Mercedes Sosa pidiendo a Dios por la indiferencia ante la guerra, sin Silvio Rodríguez cantando a la revolución cubana, sin Molotov mentándole la madre al gobierno.

¿Cuál sería la banda sonora de nuestros tiempos? Esa que cante aquel 26 de septiembre que todos conocemos, esa que hable del México actual y sangrante que vivimos. La música, documento de denuncia de creación colectiva, lleva nuestra historia rompiendo la barrera del tiempo y enriqueciendo aún más la ya rica tradición oral.

Temas que se han vuelto verdaderos himnos generacionales, letras que no envejecen, ¿será porque siempre nos han aquejado las mismas plagas y maldiciones? Sigamos cantando, sólo así nuestra historia permanecerá y hará eco en los corazones y el pensamiento del futuro. ¿Cuál sería la banda sonora de nuestros tiempos?

“Después del silencio, lo que más se acerca a expresar lo inexpresable, es la música”. Aldous Huxley.