Era el año de 1994; lo recuerdo
perfectamente, recién entraba a la adolescencia. Las figuras de acción de “He-Man
y los amos del universo” quedaron arrumbadas dentro de una caja en el cuarto de
“tiliches” junto con el castillo de Grayskull y el resto de los juguetes que
ocupaban las repisas de mi habitación. Quedaron atrás esas diversiones
infantiles y aparecieron otros gustos y aficiones; la lectura, la música, el
cine.
El
verano de ese año leí “Ojos de fuego” de Stephen King. El disco que traía de
novedad era “Dookie” de Green Day. La película que abofeteó mi mundo fue “Pulp
Fiction” de Quentin Tarantino. Honestamente no entendía mucho de la ironía y el
humor negro de aquellos diálogos, pero hoy en día cada vez que pido una
hamburguesa no dejo de recordar aquella “Royale with cheese” que discutían
Vincent y Jules.
“Pumpkin”
y “Honey Bunny” asaltando la cafetería mientras suena “Misirlou”, transición a
“Jungle Boogie”. Ya con más años encima, cuando cursaba la carrera de
comunicación convencí a mis compañeros de equipo de la clase de Producción de
Televisión, de recrear la misma escena para filmar un comercial para una cadena
de supermercados. Creo que el ejercicio nos valió un nueve de calificación.
Algo sobre el lip sync con el intro
de “Misirlou” nos tumbó un punto. Una anécdota simpática del ejercicio es que
cuando filmábamos el comercial llegó la policía a la locación porque pensaron
que realmente estaban asaltando el supermercado. Y todo por esa película y su
música.
“Pulp
Fuction” está plagada de referencias a la cultura pop, y es considerada una de
las películas más representativas dentro de la filmografía de Tarantino. Su
banda sonora contenía una buena selección musical; rock and roll, surf, soul.
Creo que el disco aún debe estar en una de las cajas que no he abierto desde la
mudanza antes de casarme. No tengo fresco en la memoria el orden del playlist,
eran temas musicales seguidos de diálogos de la película. Me gustaba repetir
algunos de esos diálogos mientras los escuchaba en el reproductor, ahora no me
acuerdo de ninguno, sólo de las canciones; sólo de algunas de ellas, de mis
favoritas.
Urge
Overkill y “Girl, you´ll be a woman son”, original de Neil Diamond. Ese tema
ocupó la posición 59 en el Hot 100 de Billboard y el lugar número uno en los
recuerdos de mis primeros “fajes” de secundaria.
“Son
of a preacher man”, muchos pueden pensar que la interpretación original
corresponde a Aretha Franklin; sin embargo, fue Dusty Springfield quién primero
la grabó en 1968. Lamentablemente esta versión no alcanzó el mismo éxito que la
de Aretha; eso no importa, es de mis favoritas en el disco.
“Bustin´Surfboards”,
de The Tornadoes; la escuché un montón de veces en el walkman cuando iba de vacaciones a la playa; me gustaba
particularmente con una cerveza en la mano, buen mood. Fue una de los primeros temas instrumentales de surf en los
charts de popularidad en los Estados Unidos, sólo después de otros memorables
como “Walk, don´t run” de The Ventures.
“You
can never tell”, de Chuck Berry. Un tema que compuso en prisión cuando cumplía
una condena por intento de agresión sexual. Suena mientras Mia Wallace y
Vincent Vega bailan para el “Jack Rabbit Slim's Twist Contest”. No, nunca lo
intenté. La verdad es que con dos pies izquierdos nunca bailaré como Travolta.
Esas
fueron mis favoritas de mi película favorita del año de 1994; el año en que
entraba a la adolescencia y limpiaba de juguetes y figuras de acción las repisas
de mi habitación. De cuando leí “Ojos de fuego”, escuchaba “Basket case” y de
cuando no tenía una idea de que estaría escribiendo sobre ellas ahora a mis 32.
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